martes, 15 de enero de 2019

Poilao (Bijagós). Los rescatadores de tortugas

El archipiélago de las Bijagós, en Guinea Bissau, se compone de 88 islas de las cuales solo 20 concentran sus casi 11.000 habitantes. El resto están deshabitadas. Poilao es una de ellas, un pequeño islote en el que un cinturón de fina arena blanca, que contrasta con la roca volcánica salpicada de manglares que aflora cuando baja la marea, rodea la densa vegetación interior en cuyos márgenes se insinúan baobabs, ceibas y palmeras.
Pero Poilao no es una isla cualquiera, es un Santuario. Una isla sagrada para la población local, que solo permite la entrada a su interior a los varones que han realizado un ritual iniciático, el fanado, y un santuario natural, el lugar elegido por las tortugas marinas para depositar sus huevos.
Como parque natural tiene restringido el acceso a no más de 15 turistas al día, que pueden acampar en un pequeño espacio habilitado al lado de la playa. Nosotros formamos parte de ese privilegiado cupo en víspera del fin de año.

Ya al desembarcar sorprenden los rastros dejados en la arena por las tortugas en la aventura del desove, y los hoyos de los que sobresalen innumerables cascarones arrugados, restos de la eclosión de las tortuguitas. También los cadáveres, pequeñas carcasas vacías, de algunas que no consiguieron completar su periplo hasta el agua y fueron pasto de iguanas, aves y cangrejos (aunque no los vimos había unos oroficios tremendos, como madrigueras, en la playa), los restos de esqueletos de tortugas adultas (las placas óseas del caparazón), y  cientos de jibias de todos los tamaños.

Una vez instalados, y repasadas las normas del parque, que añaden a lo habitual en estos casos (no dejar basuras, no llevarse ningún resto de flora o fauna, y otras nociones para no molestar a las tortugas), la prohibición de adentrarse en la isla y de practicar sexo (sic), y mientras nuestra tripulación montaba el campamento, nos fuimos a pasear rodeando la isla al atardecer, tarea para la que es recomendable un buen calzado si no quieres darte un desagradable ‘masaje’ de reflexología podal con las picudas rocas… En el rodeo pudimos probar los frutos del baobab, contemplar abundantes aves limícolas, así como águilas pescadoras, buitres de la palma, diversos tipos de garzas, y charranes realizando sus acrobáticos picados. También algunos rastros que nos parecieron de iguana, y caracolas de manglar. Pero sobre todo, qué triste, 'rastros’ humanos en forma de todo tipo de basura plástica, botellas, bolsas, chancletas… y otros objetos insólitos traídos, desde quién sabe, por las corrientes, y que nos dejaron bastante desolados. No hay paraiso que se libre, por muy lejano que esté, de nuestro potencial destructivo…

Tras el intenso paseo, una vez anochecido, nos dispusimos a instalarnos en las tiendas y asearnos someramente. Los más acuáticos volvieron a la playa para otro chapuzón. Nos habíamos ganado una buena cena, especialmente rica porque unas compañeras aportaron generosamente unos deliciosos ibéricos y la guía un vinito que nos supieron a gloria. En esas estábamos cuando Agurtzane, nuestra guía, pegó un respingo, algo había rozado su pie. Enfocamos con los frontales (estábamos en penumbra ya que para no perturbar a las tortugas solo se recomienda usar luz roja) y vimos que era una tortuguita, bueno, una no, dos, no…muchas!! Decenas de tortuguitas, como un hervidero, estaban invadiendo el campamento!!! Posiblemente todo un nido acababa de eclosionar y, desorientadas, vinieron a nuestra luz. Fueron unos momentos de caos. Mientras unos iban recogiendo a los animalitos, que reptaban frenéticos por la arena en todas direcciones, casi a oscuras, temiendo pisarlas, sin saber bien qué hacer con ellas, otros hacían fotos, otros buscaban donde meterlas y todos gritábamos, algunos incluso llorábamos, de la emoción. Finalmente las fuimos depositando en los recipientes nevera de las provisiones y corriendo las llevamos hasta el mar donde, no sin trabajo, conseguimos que se adentraran. Un imponente cielo estrellado fue testigo de nuestra buena acción. Habíamos ayudado a sobrevivir al menos a 50 tortuguitas, algo que, ni de lejos, hubiéramos imaginado antes del viaje, ya que el objetivo de nuestra visita era verlas desovar.
Para ello nuestro guía Tomé vigiló durante la noche, pues con la oscuridad y durante la marea alta es cuando las hembras se aventuran a salir del mar y emprender la agotadora tarea de reptar hasta el límite de la playa, cavar un agujero, expulsar entre 50 y 150 huevos, de los que solo un 1-2% llegarán a la edad adulta, cerrar el hoyo, escarbar otro para despistar a los depredadores, y regresar, exhaustas, al agua, una vez cumplido su instinto. No hubo suerte tampoco esta vez ( veinte años antes, en Tortuguero, Costa Rica, conseguí verla escarbar el nido, pero algo debió incomodarla y regresó al mar), y ya al amanecer habíamos desistido, qué le vamos a hacer… cuando Ane nos avisó que había una gran tortuga verde varada entre las rocas. Seguramente se demoró más de lo debido desovando y la marea baja la atrapó entre las piedras. Si no la ayudabamos y la marea seguía bajando la charca en la que apenas podía ya nadar se secaría y moriría deshidratada antes de la nueva pleamar, de hecho los buitres ya hacían círculos en el cielo… así que nos fuimos para allá. La tarea resultó aún más trabajosa que la de la noche anterior, se trataba de acarrear un ejemplar de al menos 25 años y unos  150 kgr., y el terreno, y el nerviosismo del animal no facilitaban las cosas… Por fin, tras mucho esfuerzo, nuestros emocionados aplausos acompañaron su chapoteo al entrar en mar abierto tras superar la última escollera. Mucha suerte preciosa! Larga vida!

Terminado el desayuno nos despedimos de la isla sagrada y pusimos rumbo a Orango. Allí nos esperaban el hipopótamo de agua salada, los delfines, y otras muchas sorpresas. Pero estábamos seguros de que nada sería comparable a la maravillosa experiencia de rescatar tortugas...

M.G.
Guinea Bissau. Navidades 2018-2019






















jueves, 7 de noviembre de 2013

RUMBO A BEIJING. 5- Recuperando la memoria

A más de un año del regreso, intento recuperar la memoria...

Acabo de armar la mochila y de colocar en el desvencijado trolley que Carlos me cedió, tras hacerse con una flamante y enorme maleta nueva en el Mercado de la Seda, todas mis compras: agujas, moxas, lancetas, ventosas de pistola y de cristal, preparados de fitoterapia, piedras gua sha y aceites para masaje, electroacupuntor..., y bajo a desayunar.
Se me hace raro no encontrar a ningún compañero en la terracita del hotel, ahora tan silenciosa... Despacho el desayuno sin apetito, con una incómoda sensación de vacío en el estómago, y me dispongo a dar el último paseo por el barrio, nuestro hutong, antes de liquidar la factura del hotel en el que he pasado el último mes y de pesar mi equipaje (esta vez sí que estoy al borde del sobrepeso!).
Voy despidiéndome de cada rincón mientras los recuerdos de este mes intenso me asaltan a cada esquina, hago las últimas compras para gastar los yuanes restantes en el DIA autoservicio descuento (es flipante, pero hasta en eso nos sentíamos aquí como en casa!), y cumplo con las últimas visitas pendientes: la Torre de la Campana y la Torre del Tambor. Tras trepar por las empinadas escaleras de acceso ("estaría bueno que ahora me torciera un tobillo", pienso) puedo disfrutar de las vistas aéreas de esta caótica y, ya no tan incomprensible, ciudad y del espectáculo de sentir esos tambores retumbando en todo mi cuerpo.
Completo así el ritual de cierre de este mes en Beijing que comencé el día anterior tras despedir a los últimos compañeros que regresaban a diferentes puntos de España: Última visita a las tiendas de productos de Medicina China, paseo por el parque Beihai para contemplar el último atardecer desde la pagoda, cena en un restaurante del lago con Katia y sus hijas, a las que no veo desde que nos despedimos en el aeropuerto, recién llegadas de su periplo por el Sur...
Cuando salgo del callejón soy consciente de que posiblemente nunca regrese aquí, y me sorprendo sintiendo un pellizco de tristeza y de nostalgia. Quién iba a decírmelo cuando me monté en el taxi a mi llegada...!
La sensación se repite en todo el trayecto, esta vez en metro, cuya cómoda extensión al aeropuerto me permite visualizar, a la inversa, los sucesivos cinturones de esta megalópolis.

Al llegar a la cinta de equipajes en Barajas después de sobrevolar medio mundo, oigo mi nombre, entre otros, por la megafonía: nuestros equipajes siguen en Berlín, la escala ha sido tan rápida que no ha dado tiempo a cargarlos, nos los llevarán a casa cuando lleguen en un próximo vuelo. Así que, wu wei, no hay mal que por bien no venga... regreso a casa caminando, con mi pequeña mochila al hombro, disfrutando de una agradable noche de verano con luna llena, otra luna azul. Y  entonces recuerdo, qué gracia, la figura del loco, con su hatillo a la espalda...

Tras eso la realidad cotidiana me atrapó rápidamente. "He de escribir", me decía a cada tanto, pero nuevas experiencias capturaban mi atención y el momento de ponerme a ello nunca llegaba.
Ahora siento que he de resolver este "atasco", pues hay mucho ya pugnando por salir y el viaje africano de este verano empuja con fuerza.
Queda tanto en la memoria por contar...! Éstos podrían ser los títulos de esos recuerdos a los que intentaré ir dando forma. Poco a poco...:

-Los hospitales: Hugosi y An Mo. Trabajando con la Energía.
-Living in Beijing: Up & down.
-Nuestro pequeño mundo. La vida en el hutong.
-Shopping in Beijing.
-Un poco de turismo...
-I want a ticket to...
-Pingyao, un viaje en el tiempo.
-Trekking en la Gran Muralla. Walking on the wild side.
-Wu wei

Poco a poco...........








 

domingo, 30 de septiembre de 2012

RUMBO A BEIJING. 4- Aterrizando...


Me despedí a a toda prisa de Katia y su familia sin saber si nuestros destinos se cruzarían  antes del regreso al cabo de un mes, a pesar de haber compartido tantos momentos planeando el viaje…, y me monté en el taxi tras mostrarle al perplejo taxista la dirección en chino con el teléfono de destino que llevaba escritos y asegurarme de que pusiera en marcha el taxímetro.
Pude comprobar entonces, y luego, a lo largo del viaje, que este punto es fundamental para hacerse entender, pues casi nadie conoce los mínimos rudimentos de inglés y muy pocos se manejan en pinyin (la transcripción fonética del mandarín en caracteres latinos). Eran las 12 a.m., acababa de comenzar la ceremonia con la que la WFCMS ( World Federation of Chinese Medicine Societies) daba por inauguradas nuestras prácticas en el hospital Huguosi, y yo estaba a 25 Km. de Beijing.
Enfilamos hacia la ciudad por una espaciosa autopista de cinco carriles que al poco ya estaba colapsada en un fenomenal atasco. El cansancio del viaje, el calor, y la impaciencia empezaron a hacer mella. Imaginaba que a ese paso no iba a llegar ni a los postres y que la carrera iba a costarme un riñón y una dura negociación con el taxista.
“Vamos, Marisa! Wu wei…” me dije, en un  intento por relajarme. Y funcionó!
A lo lejos, en el horizonte, empezaban a vislumbrarse enormes torres sin forma definida de ciudad entre puentes, cambios de sentido, túneles, pasos elevados y señales que iban indicando, uno tras otro, los seis anillos de circunvalación de la ciudad. Me sentía desubicada e intimidada por aquella magnitud incomprensible en la que iba a transcurrir mi próximo mes, con una sensación mezcla de excitación, curiosidad y agobio.
Según nos acercábamos el tráfico volvió a intensificarse. Pensé que a duras penas podría aguantar en un lugar así ese tiempo, y menos plantearme vivir una temporada…
Al cabo de una hora y cuarto estaba presentándome en el salón del hotel de la organización donde mis compañeros de cuatro años acababan de empezar a comer, tras despedirme entre sonrisas del amable taxista (la carrera 100 yuanes, unos 13 euros). “Como tantas veces lo imaginado no se corresponde con la realidad final y la preocupación sólo sirve para alejarte del momento presente”, pensé.
Se me hacía tan raro estar allí con mis mochilas y ver a mis compañeros de “aventura”…!! La surrealista sensación se acentuó al ver a dos de los que iban a ser nuestros traductores, Tim, un gigante de rasgos chinos pero de fuerte acento porteño (su lugar de nacimiento), y  Cristóbal, un occidental (de Bilbao para más señas) capaz de emitir los guturales sonidos locales con gran soltura.

Tras la comida, la bienvenida oficial, las fotos de rigor, la visita al banco ( allí no cierran ni los domingos) para cambiar dinero, hacer el pago de los casi 1000 euros por las tres semanas de prácticas y otras actividades programadas, y comprar una tarjeta para el móvil liberado que llevaba para comunicarme localmente (La forma más barata de hacerlo), nos dirigimos a la zona donde se ubican los hospitales para localizarlos y luego tomamos el metro camino del hotel.
La sensación al salir al exterior en nuestra estación, Guloudajie, en medio del caos de la ampliación metropolitana, la ruidosa actividad de la calle con sus puestos ambulantes y el tráfico, el calor, la humedad, el peso de la mochila, el sudor y cansancio del viaje; la expectación con la que escruto el horizonte hasta reconocer, por encima de los tejados, la torre del la Campana y el destartalado cartel anunciador de nuestro hotel (Zaoyuanju-Hutong inn) al que accedemos por un callejón (haciendo honor a su nombre); la rápida ducha tras ubicarme en la habitación, y la salida a explorar los alrededores... se graban en todas mis memorias con intensidad.
 
Quedan impresas, contrastadas, algunas imágenes por encima del resto: La vieja bicicleta al lado del Bentley coupé, el gato sonriente de la suerte dándome la bienvenida en un escaparate (así lo sentí yo al menos…), el primer atardecer en el lago, y la cena con mis compas, con la mesa giratoria acercándonos platillos de aspectos y sabores variopintos…
 
No está mal para el primer día!!
 
Me caigo de sueño… A las 6.50 a.m. en el hall, que hay que estar en el hospital a las 8!! Hasta mañana chic@s…! Que descanséis…
 
 

lunes, 10 de septiembre de 2012

RUMBO A BEIJING. 3- Retomando... La Libertad

Mi propósito al comenzar el viaje era llevar una crónica de las vivencias y sensaciones de éste en tiempo real al igual que hice el año pasado con India del Sur.
Esta vez no contaba con la inestimable ayuda de Ganesh, el laptop de Tino, así que me había hecho con mi propio portátil.
Elaboré pues los dos primeros post pero, al intentar publicarlos, ya en Beijing, me sorprendió no tener acceso al Blogger. Así mismo recibía las notificaciones de Facebook pero tampoco podía entrar en mi cuenta, ni contestar a las peticiones de firmas de Avaaz, Salva la Selva, Amnistía Internacional y otras ONGs y plataformas sociales con las que interactúo habitualmente.
Así que era cierto... En China están censurados y reprimidos todos los medios de expresión libre del individuo!

Después supe que hay estrategias para burlar este bloqueo con Facebook, y conseguí acceder al Blogger y publicar lo ya escrito a través de la cuenta en la Universidad de Alcalá de un amigo que colaboró pacientemente (Gracias Rober!). Pero me tomé el incidente como una pequeña señal al recordar lo sucedido a Daniel, el amigo que quería documentar su experiencia en el Camino de Santiago para un diario de Buenos Aires con su flamante computador y que nada más iniciarlo se estropeó inexplicablemente... 
Así que pensé: "Wu wei, tal vez sea mejor así... Mejor dejarlo estar, no empeñarse. Primero vivirlo, digerirlo, y luego contarlo".

A ello voy...
 
Resulta pues, que ese intento de apertura al exterior y a la modernidad que cristalizó en China con las Olimpiadas del 2008 es sólo aparente, una ilusión.
Detrás de ese escaparate de apertura al consumo-ismo de bienes materiales, de ese acercamiento al estándar occidental de bienestar, hay un sutil pero férreo control de la libertad del individuo, al que se dirige hacia los productos que interesa que consuma (curiosa toda la propaganda hacia la leche y derivados lácteos) y se arenga con eslóganes: "Patriotismo, innovación, inclusividad, virtud... Espíritu Beijing", mientras los medios de comunicación silencian noticias preocupantes como el número real de muertos registrados con las inundaciones antes de nuestra llegada o los auténticos niveles de contaminación atmosférica, para no generar alarma social. Y, en cambio, publican con todo detalle los delitos penados con muerte, para que cunda el ejemplo.
Todo eso bajo un entramado de cámaras de vigilancia, escáneres de seguridad y con los lugares emblemáticos como Tiananmen literalmente tomados por ejército, policía y otras fuerzas de seguridad. Un auténtico régimen orwelliano en el que quedan pendientes de reconocimiento y firma muchos derechos fundamentales (*transcribo más abajo de la wiki la situación actual).
En fin, nada que no ocurra en otros muchos paises...
 
Y es que, en un pais de casi 1350 millones de habitantes repartidos en 56 etnias a lo largo de 9.6 millones de km cuadrados de superficie -lo que le hace el cuarto más grande del mundo y el más poblado-; con fronteras a 14 paises, algunos de ellos tan problemáticos como Pakistán y Afganistán, o con conflictos armados recientes como Vietnam; con su delicada "cercanía" a Corea del Norte; con el Tíbet invadido (quise decir "anexionado"), la reivindicación de Taiwan pendiente y los periódicos "rifirrafes" con Japón... no debe ser fácil mantener al rebaño unido.
 
En fin...
 
*En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia en los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), República Popular China ha firmado o ratificado:
 

UN emblem blue.svg Estatus de los principales instrumentos internacionales de derechos humanos.[69]
República Popular ChinaTratados internacionales
CESCR[70]CCPR[71]CERD[72]CED[73]CEDAW[74]CAT[75]CRC[76]MWC[77]CRPD[78]
CESCRCESCR-OPCCPRCCPR-OP1CCPR-OP2-DPCEDAWCEDAW-OPCATCAT-OPCRCCRC-OP-ACCRC-OP-SCCRPDCRPD-OP
PertenenciaFirmado y ratificado.Ni firmado ni ratificado.Firmado pero no ratificado.Ni firmado ni ratificado.Ni firmado ni ratificado.Ni firmado ni ratificado.Sin información.Firmado y ratificado.Yes check.svgRepública Popular China ha reconocido la competencia de recibir y procesar comunicaciones individuales por parte de los órganos competentes.Firmado y ratificado.Sin información.Ni firmado ni ratificado.Ni firmado ni ratificado.Firmado y ratificado.Ni firmado ni ratificado.Firmado y ratificado.Firmado y ratificado.
Yes check.svg Firmado y ratificado, Check.svg firmado pero no ratificado, X mark.svg ni firmado ni ratificado, Symbol comment vote.svg sin información, Zeichen 101.svg ha accedido a firmar y ratificar el órgano en cuestión, pero también reconoce la competencia de recibir y procesar comunicaciones individuales por parte de los órganos competentes.





Museo del ejército


¿Enfocando? (Tiananmen)




En un hutong cualquiera


Beijing Spirit